Esto no es un manifiesto. Esta es nuestra forma de entender la vida. Esto no es una declaración institucional. Es decir lo que sentimos. Porque nos da la gana. Porque la música nos hace más libres. Más respetuosos. Más tolerantes. Nos hace ser mejores personas. Nos hace crecer. Porque el arte nos hace creer que un mundo mejor es posible.
Porque esta es nuestra forma de luchar por lo que creemos. Con nuestras únicas armas, que son el Arte, la Música y la Palabra. Porque los artistas somos unos soñadores. Unos locos. Unos auténticos locos soñadores que todavía creemos en el amor.
Por Chopin. Quizás por Beethoven. O por Schubert. Por Haendel. Porque los músicos somos rebeldes por naturaleza. Porque nos hierve la sangre en las venas. Y la hacemos arden con nuestra entrega incondicional. Porque siempre fuimos incomprendidos. Porque abrimos las puertas. Porque derribamos muros. Porque rompimos las barreras de los tiempos.
Por Tchaikovski. Por Poulenc. Quizás Bellini. Porque no entendemos que se prohiba a la gente amar a quien quiera. Porque mientras el amor se condene en cualquier recóndito lugar del planeta seguiremos conviertiendo nuestra música en una voz que clama por la libertad.
Por Caravaggio. Por Leonardo da Vinci. Por Michelangelo Buonarroti. Por tantos artistas de la Historia que tuvieron que vivir ocultos para no ser rechazados. Y por algunos pocos que fueron valientes y tuvieron que soportar el rechazo de los demás. Porque ya no vamos a callarnos más.
Por Federico García Lorca. Por Oscar Wilde. Por Frida. Por Dalí. Porque entregamos el alma en lo que hacemos. Porque no entendemos de medias tintas. Porque vamos a muerte. Porque sentimos al límite. Porque hacemos lo que sea apasionadamente. Porque vivimos amando el arte. Porque amamos. Porque vivimos. Como queremos. Porque nunca permitiremos que nadie nos diga cómo tenemos que sentir.
Esto no es un manifiesto. Esto es solo nuestra manera de entender la vida. Porque somos músicos. Y porque creemos que el Amor es Amor. Y punto.